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    Zedillo y Sheinbaum en guerra abierta: un enfrentamiento histórico por la democracia, el legado del pasado y el futuro de México

    Morelia, Mich., 2 de mayo de 2025

    — La confrontación entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el expresidente Ernesto Zedillo ha escalado a niveles inéditos, abriendo un debate de fondo sobre el presente y futuro democrático del país. El origen del choque se remonta a septiembre de 2024, cuando Zedillo rompió años de silencio para criticar abiertamente la reforma judicial impulsada por Morena, calificándola como una “felonía histórica”. Desde entonces, la tensión ha crecido con señalamientos mutuos, acusaciones por decisiones del pasado y advertencias sobre los riesgos actuales para la democracia.

    Zedillo, presidente de México de 1994 al 2000, ha insistido en que la propuesta de elegir jueces por voto popular, impulsada por el oficialismo, es una estrategia para subordinar al Poder Judicial. En distintos foros y medios —incluidos The Washington Post, Letras Libres y Nexos—, ha acusado al gobierno de Morena de conducir a México hacia una “autocracia de partido único” y de debilitar los contrapesos democráticos con discursos agresivos y reformas a modo.

    Sheinbaum, por su parte, ha respondido con dureza. Desde sus primeras declaraciones en 2024, ha cuestionado la autoridad moral de Zedillo, recordando episodios de su mandato como el Fobaproa, la masacre de Acteal, la crisis económica de 1995 y la privatización de sectores estratégicos. Para la presidenta, el expresidente no solo representa el pasado neoliberal, sino que actúa como vocero de la oposición. En su mañanera del 1 de mayo, Sheinbaum mostró encuestas en las que Zedillo tiene apenas 3% de aprobación y lo acusó de mentir sobre la gestión del Fobaproa.

    En su respuesta más reciente, este 2 de mayo, Zedillo redobló las críticas:
    “La presidenta Sheinbaum fue electa gracias a la democracia. Su obligación debiera ser defender esa democracia, de ninguna manera contribuir a su destrucción”, afirmó, y añadió que Sheinbaum “busca desviar la atención de los daños causados por las obras inútiles del gobierno anterior”, en referencia a proyectos como el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas.

    Zedillo también defendió su sexenio, que pese a las críticas logró estabilizar una economía colapsada, dio autonomía al entonces IFE (hoy INE), creó el programa social Progresa (hoy Prospera), y permitió la alternancia política con el triunfo de Vicente Fox en el año 2000. Según él, sus decisiones se han estudiado, criticado y hasta elogiado, y el debate no debería centrarse en lo que ocurrió hace más de 25 años, sino en los riesgos actuales.

    El conflicto, sin embargo, no se limita a una disputa verbal. Sheinbaum ha sugerido que Zedillo podría estar vinculado a una investigación por presuntos nexos con el narcotráfico, aunque sin ofrecer pruebas, y también ha exigido al Banco de México revisar la pensión mensual de 143 mil pesos que recibe el exmandatario. Zedillo ha respondido que el gobierno actúa con calumnias, evitando discutir con argumentos sólidos.

    Lo que comenzó como una crítica a una reforma judicial se ha convertido en un choque frontal entre dos visiones de país: una que apela al pasado como advertencia, y otra que ve en ese pasado el origen de muchas de las desigualdades actuales. El debate apenas comienza. ¿Y la ciudadanía? Atrapada entre las versiones cruzadas de dos figuras que representan polos opuestos de la historia reciente de México.

    Sheinbaum vs Zedillo
    Sheinbaum vs Zedillo
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